escribí un cuento para lenguaje pero me gusto así que quise compartirlo :D. <3
Erase una
vez en un reino muy lejano llamado “los manzanos” un príncipe llamado Marcelo.
Este príncipe estaba inserto en una vida que no le gustaba, tenía que fingir
día a día que le gustaba pelear contra dragones y rescatar damiselas; pero lo
que en realidad le apasionaba era escribir poesía (algo muy mal visto el reino
de los manzanos). Por este motivo en el
reino los súbditos se daban cuenta que el príncipe no se veía feliz y fue el
mismo el que se invento un hermano gemelo que podía escribir y escribir sin
límites bajo los árboles frutales de su palacio; su hermano gemelo se llamo Javier y era él,
el que escribía horas y horas (aunque irrealmente) mientras el príncipe tenía
que ir a luchar con los dragones y rescatar damiselas que, recurrentemente,
querían casarse con él mientras que el para no herirlas les daba alguna
esperanza pero no era lo que en realidad quería.
Con el paso
de los años el príncipe iba adquiriendo madures y se daba cuenta que su “otro
yo” no lo llenaba lo suficiente por lo que decide terminar con esa fantasía,
era hora de heredar el trono y por seguir con su pasión nunca se dio el tiempo
de enamorarse de alguna de las doncellas que rescato, cierto día se encontró
con una joven bajo los árboles frutales que escribía sin descanso, el le
pregunto : “¿hace cuanto vienes a escribir acá?”, asustada la joven le dijo, yo
no vengo; porque no existo, pero la princesa lisette me creo para que siguiera
su pasión mientras ella estaba encerrada en las paredes del castillo
aprendiendo a ser una princesa de verdad. En ese momento Javier (el otro yo del
príncipe Marcelo) comprendió que ahí estaba su mundo, su realidad. El se fue
con la doncella creada por lisette no sin antes informarle que había una mujer
con las mismas pasiones que su creador y que fuera a buscarla. En ese momento
el príncipe pudo terminar con su tormento y conocer a la princesa lisette que
al igual que él debía llevar una careta por ser quien era, “el heredero de un
trono”.
Con el
tiempo, conoció a la princesa y se caso con ella, sus “otros yo” fueron felices
por siempre y los príncipes, ahora reyes de los manzanos, fueron felices por
siempre haciendo sus labores en el reino y escribiendo juntos cada vez que
podían y que el arduo trabajo del reino se los permitía e hicieron una promesa:
“dejarían a sus hijos seguir sus sueños, sin imponerles el trono, que hagan con
sus vidas lo que les haga feliz”. FIN.